El descubrimiento
En 1927, el arqueólogo Mejía Xespe -discípulo de Julio C. Tello, el
Padre de la Arqueología Peruana- es informado acerca de la presencia de
unos misteriosos geoglifos o líneas o trazos sobre el suelo en la costa
peruana . En aquellos días, se iniciaban los estudios arqueológicos y no
se dio mayor importancia a estas sugerentes líneas en las Pampas de
Nasca. Debemos entender que para la ciencia de ese entonces su atractivo
era menor frente a otros lugares arqueológicos, trátense de las
fascinantes culturas pre-incas como Chavín, en el departamento de
Ancash, Chan-Chan en Trujillo, y, por supuesto, el majestuoso Machu
Picchu en el Cusco. Pero fue ese mismo año, 1927, que llegó al Perú otro investigador, el
doctor Paul Kosok, quien se mostró muy atraído por estas expresiones
culturales pre colombinas, cuando en uno de sus primeros recorridos por
el sur del país, al detenerse en lo alto de una meseta, pudo observar
extensas líneas multiformes en ambos lados de la carretera, cerca de las
montañas. Más allá de una simple curiosidad, Kosok limpió en forma uniforme los
trazos, observando cómo aparecían -cuidadosamente sobre el piso-
diversas figuras geométricas: triángulos, rectángulos, cuadrángulos,
etc. Las líneas se orientaban hacia múltiples direcciones y extensiones,
asemejando algunas finos caminos y veredas y otras anchas y amplias
pistas. Grande fue su asombro cuando Kosok, el mismo día del descubrimiento, al
proyectar en trazos en su tablero aquellos supuestos caminos, pudo ver
que uno de los dibujos adquiría la forma inconfundible de un pájaro en
pleno vuelo. Pero ¿había encontrado la llave del enigma? Kosok entendió
que -ante sí- se hallaba silenciosamente esparcido en estos dibujos lo
que podía constituir el Libro de Astronomía más Grande del Mundo. Estudios posteriores demostraron que los nascas construyeron estas
líneas con el objeto de marcar diversas fechas del calendario
astronómico, sea la llegada del invierno, sea del verano, y otros
sucesos relacionados con sus actividades productivas. En 1946, Kosok regresó a su país no sin antes sugerir a María Reiche,
quien le había asistido en las investigaciones, el continuar con el
estudio de los dibujos que él había empezado a descifrar. María
dedicaría su vida a esa labor.Imagen de las Lineas de Nasca :
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